Proyecto de metrocuadrado en la Revista Proyecto Contract

A barbería-café bar, cuyo proyecto y obra realizó el estudio, sale este mes en el número 113 de la Revista Proyecto-Contract.

En una localidad densamente poblada, en un bajo comercial de reducida superficie (65m2) existió hace años una barbería tradicional, que funcionó hasta la jubilación del barbero. Posteriormente ese bajo, que hace esquina en una avenida con gran volumen de tráfico rodado y peatonal se utilizó para diferentes fines, usos todos ellos que transcurrieron sin pena ni gloria, en un bajo algo anodino y nada llamativo.

 

La idea para este bajo fue recuperar de alguna manera el ambiente de barbería de los años 50 pero adaptando el uso del local a una cafetería, ambos negocios eran centro de reunión y tertulia en la época y ese era el objetivo, crear un espacio acogedor y dinámico donde el cliente se sintiera integrado en ese ambiente –casi doméstico y familiar- del pasado.

Los requerimientos de partida para el estudio fueron claras:
Por una parte la necesidad de una optimización del espacio (siempre importante pero más aún en un local tan pequeño) y la optimización de los recursos (buscar soluciones imaginativas de bajo coste).

También se buscaría un efecto llamada del local hacia el exterior, que el cambio de uso fuese patente y que se mostrase lo que en el interior del local ocurre a los viandantes y conductores que discurren por la avenida.

Por último y no menos importante se requería una diferenciación clara de los locales de hostelería que inundan las áreas circundantes; ofrecer algo diferente a lo ya existente.

Para cumplir con estos objetivos se crea un planing de necesidades tanto estéticas como funcionales intentando resolver al máximo todas estas premisas. Se realiza una distribución muy limpia, en la que una amplia barra en forma de L abraza las zonas de servicio de la cafetería dejando para zonas de público las anexas a las fachadas.
Quizá la operación más determinante sea la ampliación de los huecos en fachada existentes, los pequeños huecos originales son sustituidos por unos amplios ventanales de diseño industrial que inundan de luz el interior y dan visibilidad al nuevo negocio al mismo tiempo que aportan una estética muy “retro” a la fachada.

Los materiales utilizados –más propios de una barbería que de una cafetería- son austeros pero expresivos y juegan un papel importante en el proyecto, el suelo (un pavimento laminado de madera oscura), se retuerce y trepa por la barra hasta toparse con el mármol blanco que forma la encimera de la misma; en los paramentos toma especial protagonismo el azulejo de color verde turquesa colocado a matajunta que se combina con entablado de madera pintado en color blanco; por otro lado en los techos se alternan áreas de falso techo de cartón yeso con áreas en las que el forjado de viguetas y bovedillas de hormigón se deja visto, simplemente pintado de color negro.

El mobiliario utilizado, compuesto por mesas de fundición y mármol blanco, sillas y taburetes metálicos, lámparas industriales, puertas lacadas en diferentes colores, así como una gran bancada de madera aportan eclecticismo al espacio.

 

 

El broche se lo pone la imagen corporativa, un diseño gráfico muy estudiado y muy coherente con el resto del local, que potencia la sensación de encontrarnos en una auténtica barbería de los 50´s, la gama de colores utilizada en la cafetería; amarillos, verdes, azules, blancos son los protagonistas de las aplicaciones gráficas, este especial cuidado y tratamiento conjunto del interiorismo con el diseño gráfico marcan la diferencia con el resto de locales de hostelería de los alrededores.

La herencia perdida de esta barbería reconvertida en cafetería, se recupera mediante el nombre, el rótulo exterior, la imagen corporativa y el descubrimiento de una serie de herramientas originales de la antigua barbería, (brochas, navajas, etc.) que bien merecen ser expuestos al público en un rincón del local.